El Disidente

¿Cómo afecta la inflación a nuestra cartera de inversión y a nuestro poder adquisitivo?

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Foto de dólares ardiendo. Alamy

A estas alturas, seguramente habrás oído (y quizá leído) hablar de la inflación. Hoy vamos a abordarla desde la perspectiva del inversor. Lo primero que debes saber es que la inflación es el enemigo de la rentabilidad: si has ganado un 5% gracias a tu inversión, pero la inflación es del 5%, tu rentabilidad real es del 0%. ¿Por qué? Porque la inflación ha hecho que suban los precios un 5%, y que tu capacidad de compra, es decir, tu poder adquisitivo, haya disminuido, por lo que has salido “comido por servido” en tu inversión. Ahora tienes un 5% más de dinero, pero todo cuesta un 5% más, así que no puedes comprar más bienes que antes a pesar de tu rentabilidad; lo que sí has hecho es defenderte de la inflación: ¡si no hubieses recibido ese 5% por tu inversión, tu poder de compra se habría reducido por el alza de precios! De hecho, esta es la razón por la que es preferible invertir a bajo riesgo y largo plazo que atesorar, ya que el atesoramiento supone una pérdida de tu poder adquisitivo en periodos prolongados de inflación, aunque el valor de ésta sea bajo. La inflación, por ende, siempre va a ser tu enemiga a la hora de invertir porque resulta una merma directa de tu rentabilidad.

Por tanto, tu primer objetivo debe ser siempre batir a la inflación (y luego batir a la media del mercado). Además, a tu rentabilidad inicial, que llamaremos rentabilidad bruta, tendrás que descontarle las tasas o comisiones de operar en el mercado y los impuestos sobre el capital; sólo una rentabilidad resultante positiva supondrá una ganancia de poder adquisitivo, que es lo que normalmente llamamos (y en cierto modo mal llamamos) “dinero”.

Confundimos el poder adquisitivo con el dinero porque asociamos que con más dinero tendremos más poder adquisitivo, pero esto sólo es así si no hay inflación; de lo contrario, hay que restarla de nuestra rentabilidad bruta antes de obtener nuestra rentabilidad neta.

¿Cómo debemos actuar en una economía donde hay inflación?

En realidad, el único secreto es que nuestras inversiones “ganen” a la inflación, como se suele decir (es decir, que nuestra rentabilidad neta sea positiva); si no lo hacen, nos estaremos empobreciendo a pesar de estar ganando dinero.

En vista de lo anterior, es fácil pensar en una estrategia que en general no tiene visos de funcionar en una coyuntura inflacionaria: si pensamos en invertir en bonos o letras del tesoro, en muchas ocasiones vamos a perder dinero, porque la rentabilidad de los cupones o de la cotización de los bonos en muchas ocasiones no van a superar la cifra de la inflación (y, aunque lo hagan, la rentabilidad neta que quedará será irrisoria). Por tanto, los bonos no son buenos activos para comprar en periodos inflacionarios para que tu patrimonio y ahorros estén seguros.

Podríamos pensar en viviendas, o en el sector inmobiliario en general. A este respecto, la inversión inmobiliaria presenta tres inconvenientes que resaltan especialmente en contextos inflacionarios:

1- La inversión inicial es muy grande.

2- Los activos inmobiliarios no son fácilmente liquidables.

3- El interés que paga es simple, no compuesto, a diferencia de una cartera de valores. Más específicamente, la renta que nos proporcionará será el alquiler del inmueble, si lo alquilas, y su revalorización si hay un mercado inmobiliaria alcista; nunca será, por tanto, un interés compuesto como en el caso de una cartera, donde puedes multiplicar tu poder adquisitivo continuamente.

La renta variable y sus correspondientes técnicas de cobertura mediante una buena construcción de carteras (que veremos en otro post), es sin duda la mejor forma de proteger nuestro poder adquisitivo en un escenario de inflación. Otra buena estrategia es tener una empresa muy rentable que te permita reinvertir los beneficios en una cartera de inversión, pero en la economía actual es muy complicado tener una empresa muy rentable, con un beneficio operativo superior o igual al 10%; y normalmente no es estable todos los años, además de que requiere un esfuerzo muy importante por parte de los directivos y ejecutivos. Es mucho más sencillo identificar esas empresas y convertirse en su accionista, lo que vuelve a llevarnos a la renta variable de la cartera de valores.

¿Y si en lugar de inflación, hay estanflación?

La estanflación puede definirse en términos simples como una coyuntura económica en la que la inflación es superior al crecimiento de ese país (medido en términos de PIB): si la inflación es de un 5% y el crecimiento es del 2%, se pierde un 3% de poder adquisitivo. En este caso lo mejor que podemos hacer es desplazar nuestra cartera hacia otro mercado en el que no haya estanflación o acudir al mercado que tenga una mejor perspectiva de recuperación; o, todavía mejor, encontrar empresas, aquellas “rara avis”, cuyo crecimiento sea superior a la inflación. Una vez más, se trata de buscar a los campeones dentro de una economía en problemas.

En los siguientes posts os explicaremos cómo construir una cartera equilibrada, donde podréis poner en práctica tácticas para protegerse de la inflación y la estanflación.

La información aquí contenida se expone a título meramente informativo y no constituye una recomendación de inversión, ni invitación, oferta, solicitud u obligación por parte de El Disidente, ni del blog de Arion Investments.

 Escrito por: Daniel Gutiérrez Velasco